Estudiando la
contrainsurgencia de Estados Unidos: entrevista a Gilberto López y Rivas
Por Ocean
Sur Habana
11/07/2013
Un libro
que “se adentra en las características de la contrainsurgencia actual, a partir
del análisis de manuales contrainsurgentes de los estrategas de Estados Unidos”,
según lo define en puntuales palabras su propio autor, constituye la nueva
entrega de la editorial Ocean Sur: Estudiando la contrainsurgencia de Estados Unidos. Manuales,
mentalidades y uso de la antropología.
El
ensayista en cuestión ha cimentado vastos conocimientos desde posturas críticas
y antihegemónicas acerca de la contrainsurgencia imperialista y de la
utilización de la antropología con fines contrainsurgentes, y no sólo gracias a
su amplia labor académica. Gilberto López y Rivas, además de fungir en la
actualidad como profesor-investigador del Instituto Nacional de Antropología e
Historia de México, ha tenido una intensa vida política, en la cual se destacan
su participación en el movimiento estudiantil de 1968; su elección como Jefe
del Gobierno del Distrito Federal en la Delegación Tlalpan, en el período
2000-2003; y su desempeño como diputado federal de la LIV y LVII Legislaturas
del Congreso de la Unión.
Además,
López y Rivas integró la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) y
fue consejero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) durante el
proceso de diálogo que resultó en la firma de los Acuerdos de San Andrés; así
como asesoró al gobierno de Nicaragua en los temas de Cuestión Indígena y
Autonomía, de 1980 a 1990.
A
propósito de su más reciente publicación -la tercera del antropólogo mexicano
de conjunto con la casa editora Ocean Sur-, y sin aspiraciones de realizar una
entrevista en profundidad, sino únicamente de referir algunas aristas del
complejo tema abordado en Estudiando la contrainsurgencia, tuvo
lugar el siguiente intercambio electrónico con López y Rivas:
En pos de
familiarizar a los lectores con el concepto fundamental de este libro, ¿podría
usted definir qué es la contrainsurgencia, y cuál es su origen histórico?
─La
contrainsurgencia contemporánea toma forma en los inicios del siglo XX, cuando
los poderes mundiales, ya en su etapa imperialista, organizan sus fuerzas
militares expedicionarias para enfrentar guerras de carácter anti-colonial y,
más tarde, contra movimientos revolucionarios que asumen la “liberación
nacional” como su objetivo, incluyendo estos una gran variedad de situaciones
en el ámbito planetario, desde Argelia, Vietnam, el Congo y diversos países de
la geografía latinoamericana.
»En el
libro se menciona que las primeras guerras contrainsurgentes que libra Estados
Unidos son precisamente en Filipinas, donde se enfrenta a la rebelión
encabezada por Emilio Aguinaldo, y en Nicaragua, donde sus tropas tratan
infructuosamente de doblegar la resistencia patriótica encabezada por el
general Augusto C. Sandino.
»A partir
de la segunda guerra mundial, el carácter de la contrainsurgencia se ve
permeado por la confrontación estratégica entre el sistema capitalista mundial
encabezado por Estados Unidos, por un lado, y los países agrupados dentro de la
esfera socialista, hegemonizada por la Unión Soviética.
»En
América Latina, el triunfo de la Revolución cubana en 1959 marca de manera
directa la contrainsurgencia estadounidense, ya que su objetivo estratégico es
precisamente evitar que el ejemplo de Cuba se repitiese en otros países de la
considera su área de influencia. La Escuela de las Américas y otros centros de
entrenamiento militar entrenan a generaciones enteras de soldados
contrainsurgentes, muchos de los cuales estarían involucrados en cruentos
golpes de Estado o políticas represivas en sus respectivos países.»
¿Es la
contrainsurgencia una doctrina que se aplica sólo contra grupos armados que se
enfrentan a un Estado, o se emplea también contra sectores, movimiento y
organizaciones sociales que actúan por medios pacíficos?
─La
estrategia de contrainsurgencia implica una gama muy amplia de objetivos
militares, policiales y de inteligencia real o potencialmente considerados un
peligro para la seguridad de Estados Unidos, sus corporaciones o sus intereses
geopolíticos, así como la de sus aliados o socios subalternos. Esto significa
que abarca todo tipo de organización, sea armada y revolucionaria, o actuando
dentro de la legalidad y por medios pacíficos.
»Toda
organización política con un cierto grado de independencia con respecto al
Estado es monitoreada por los servicios de inteligencia locales o imperialistas
a partir de una vigilancia permanente y por múltiples medios, los cuales
incluyen la infiltración de agentes encubiertos, y variadas técnicas de
vigilancia. Esto incluye a organizaciones eclesiales, estudiantiles, indígenas
o de cualquier otro carácter que se planteen luchas democráticas,
nacionalistas, etcétera, que las agencias de inteligencia consideren
potencialmente influidas por sentimientos antiestadounidenses.
»La
contrainsurgencia tiene que ser observada de manera integral, esto es,
aunque básicamente su principal actividad tiene lugar en el terreno militar
contra grupos armados revolucionarios, nacionalistas o de variadas ideologías
que resisten a los estados capitalistas y a ocupantes extranjeros, como en el
caso de Irak y Afganistán, también implica una vasta gama de tareas
en el terreno de los medios de comunicación, acciones sociales, conformación de
grupos afines que pueden llegar a ser para-militares, red de informantes,
etcétera.»
¿Sería
correcto decir que las grandes potencias imperialistas llevan varias décadas
desplegando prácticas de recopilación, intercambio y sistematización de
experiencias en este terreno?
─Sobre
todo a partir de la segunda guerra, existe una permanente comunicación,
colaboración e intercambio de información de inteligencia entre todas las
potencias imperialistas (y la de gobiernos subalternos) y es común la presencia
de agentes operativos que realizan secuestros, atentados, ejecuciones y todo
tipo de actividades encubiertas, como se demostró con el Plan
Cóndor. Esto no impide la realización de operaciones y actividades de todo tipo
sin la colaboración o el conocimiento de terceros países.
»La
experiencia contrainsurgente argelina, por ejemplo, particularmente en la
guerra urbana y el tratamiento de prisioneros, los vuelos de la muerte, y otras
formas de ejecución extrajudicial, son “enseñadas” por instructores franceses a
sus colegas en América Latina y Estados Unidos, en los años sesenta. Lo mismo
ocurre con las experiencias contrainsurgentes de los ingleses en países como
Malasia.»
¿En qué
coyuntura histórica se hace pública la utilización de especialistas y técnicas
de la antropología con fines contrainsurgentes? ¿Cuál es su opinión sobre esa
"utilización" de una especialidad y un conocimiento científicos?
─En la
segunda guerra mundial la colaboración de antropólogos en trabajos de asesoría
al conflicto bélico que tenía lugar, se inauguran con los trabajos de Margaret
Mead y Ruth Benedict para la agencia de inteligencia que antecedió a la CIA, la
cual se funda en 1947. Ruth Benedict escribió un libro, El crisantemo y la
espada, que fue utilizado por el gobierno estadounidense para su conflicto con
Japón.
»Es común
el reclutamiento en los campus universitarios estadounidenses para el ingreso
de estudiantes y profesores en agencias de inteligencia o directamente para el
servicio en distintos agrupamientos militares especializados en la contrainsurgencia.
En su momento se denuncia la utilización de antropólogos en Vietnam.
»En el
libro se detalla un programa específico ideado por la antropóloga Montgomery
McFate, quien descubrió que la “antropología podía ser tan mortífera como la
artillería”. Este programa aplicado en Irak y Afganistán –ampliamente estudiado
en el libro– es considerado por antropólogos estadounidenses como un uso mercenario
de la disciplina antropológica.»
¿Considera
usted que los programas de contrainsurgencia "humanizan" o elevan los
costos de los conflictos armados?
─La
contrainsurgencia es una guerra contra los pueblos del mundo entero que
evidentemente eleva los costos en vidas humanas de cualquier conflicto. Después
de la derrota imperialista en Vietnam, los estrategas estadounidenses buscan que
esos costos los asuman las llamadas “naciones huéspedes”, entrenando a los
ejércitos nacionales para que sean el instrumento ejecutor de estas guerras y,
así, ellos ahorren el máximo de vidas de sus propios soldados.
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