El paramilitarismo colombiano está en Caracas y se desarrolla bajo
diversificadas formas que dan cuenta de una maniobra para debilitar a la
Revolución Bolivariana.
La
organización Colombianos en Venezuela, un colectivo de apoyo al migrante con
sede en Caracas, denuncia que el paramilitarismo avanza en dos vías: una
económica, que invade espacios que van desde la economía informal hasta las
grandes inversiones empresariales en Venezuela; y otra política, que hace vida
con los sectores más radicales de la oposición venezolana.
Juan Carlos
Tanus, director ejecutivo de Colombianos en Venezuela, dijo tener información
de primera mano sobre el modo como los paramilitares entran, se apropian de
espacios productivos y sociales estratégicos de las comunidades más pobres de
Caracas y luego consolidan su poder con el uso de la fuerza.
“El
paramilitar que viene a hacer el trabajo político se presenta como vendedor.
Compra algunas pequeñas propiedades, como los abastos, vende en los puestos de
perros calientes, en la buhonería, o que le permite irse afianzando en el plano
social. Esta es una dimensión del paramilitarismo. En otra, va
haciendo acercamientos con las bandas y los distribuidores de drogas, para tener
el control de la distribución y el consumo en las barriadas populares, incluso en todos los sectores de la capital…
Llegan, entregan, reparten la droga gratuita, van afectando a un grueso de la
población y, al final, terminan matando a los que estaban controlando, para
ellos asumir el control total”
Una de las
prácticas más comunes del sector financiero del paramilitarismo en Caracas es
la atomización popular de los recursos del narcotráfico. Fuentes de
inteligencia social, desde comunidades organizadas en la ciudad, revelan que los
paramilitares prestan a diario el dinero que obtienen por la venta al detal de
la cocaína y otras drogas. A estos préstamos le han puesto el nombre de
“compra-venta bolivariana” y los intereses que cobran por ellos son usureros.
Van desde el 10 hasta el 100% de la cantidad prestada por día, con represalias
criminales para quienes no los pagan. Colombianos en Venezuela coincide con la
inteligencia social.
“El sector de la economía informal es uno
de los gruesos donde los paramilitares se mueven con mayor facilidad.
También hemos detectado que los famosos
"presta diario o cuenta a gotas" son fundamentalmente
paramilitares que se hacen llamar "compra-venta bolivariana". Operan
en Caracas, en el Municipio Sucre y otras ciudades como Valencia, y es la misma
red de paramilitares que presta a diario al sector buhonero [y en la mayoria de
mercados de alimentos del país como los mercados mayoristas y municipales].
Terminan asesinando a quien le prestan dinero cuando no cumplen”. En sectores
como El Cementerio, La Hoyada, Petare, El Valle y Catia es donde el comercio
popular se encuentra más penetrado y manipulado por estructuras paramilitares. Vecinos
de esas zonas dan cuenta de jóvenes a quienes reclutan para el comercio
detallado de la droga, el cobro de préstamos diarios y el control en la
asignación de espacios públicos para la ubicación de los vendedores informales.
“Han
conformado unas mafias que venden hasta por tres y cincos millones un pedazo de
acera a quien quiere vender bisuterías, comida o lo que sea, y el que llega a
agarrar un sitio para vender ahí sin pagarle a ellos es echado
violentamente".
La
presencia y operación de grupos paramilitares en Caracas es un hecho progresivo
que ha disparado las alertas sociales. Sin embargo, el colectivo Colombianos en
Venezuela llama a una campaña de prevención y denuncia, sin caer en la
xenofobia hacia los colombianos.
Durante el debate de control político sobre falsas
desmovilizaciones y continuidad del paramilitarismo y la parapolítica, llevado
a cabo en la Cámara de Representantes, el Congresista por el Polo Democrático,
Iván Cepeda, afirmó que las bandas llamadas por el gobierno Bacrim, no son
simples bandas delincuenciales,.
“Las Bacrim no son simples bandas, no son pandillas, ni
pequeños delincuentes, no son sólo unos grupos que estén peleando por unos
cuantos pesos. "
Según la legislación internacional, estos grupos cumplen con
las características de un grupo armado: tienen una estructura jerarquizada,
ejercen un control territorial, y mantienen estrechos nexos con miembros fuerza
pública o en las esferas de poder.
Los grupos paramilitares colombianos, herederos y sustitutos
de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) conocidos como ”Las Águilas
Negras” se han infiltrado en territorio venezolano, y además de controlar el
tráfico de drogas, manejan el contrabando de combustible y alimentos en la
frontera de ambos países. La situación puede ser la excusa para un incidente
militar entre ambos países, fomentado desde Estados Unidos con acusaciones de
complicidad de Venezuela con el narcotráfico.
El modelo panameño, de acusar al gobierno de participar en el
narcotráfico para provocar una intervención militar extranjera (como cuando gobernaba en Panamá el General Manuel Antonio
Noriega) es vista como una posibilidad por varios analistas políticos locales y
el propio gobierno. Sólo que esta vez, la masacre realizada en Panamá por los
bombardeos norteamericanos a la población civil en 1989, ordenada por el
entonces presidente George Bush padre, deberá ser en mucho mayor escala.
En las últimas semanas han arreciados las acusaciones desde
Estados Unidos sobre la inoperancia del gobierno de Venezuela en combatir el
narcotráfico, y las acusaciones de que el gobierno respalda las guerrillas del
vecino país con suministro de armas y concesión de refugio.
Lo que si está claro es que los grupos paramilitares
colombianos que se reciclan tras el proceso de desmovilización e indulto
acordado con el presidente Uribe, pasan la frontera para trabajar como brazo
armado de los terratenientes, involucrarse en el lucrativo negocio del
contrabando (colaborando así con la desestabilización de Venezuela al provocar
escasez de alimentos) y para abrir nuevas rutas para el tráfico de sus drogas.
COLOMBIANOS EN VENEZUELA
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