El general de cuatro estrellas David Petraeus ex -
director la CIA (connotado directivo de la comunidad de inteligencia de los
EEUU y autor del manual FM 3-24 donde se
fundamenta la estrategia imperial
que viene siendo empleada por Obama ) ha
cometido un descuido de seguridad al utilizar
los borradores de Gmail para encubrir secretos:
Entrar en una misma cuenta
de correo, donde dejaba los e-mails en la carpeta de borradores, para que otro los pudiera leer. No había, pues, envío
alguno de e-mails, y además los borraban tras leerlos.
La correspondencia la dejaban en el borrador y
"evitaban" las huellas de los envíos. Dicen que este sistema lo
utilizó Al Qaeda para camuflar sus contactos.
Según
la web hastlegames.com en el articulo “El caso Petraeus, o cómo la CIA
podría haber evitado quedar en ridiculo”, nos narra este proceso:
Como no se enviaba ningún mensaje, el rastreo era imposible y se reducía a la actividad interna de esa misma cuenta. Pero claro, hay un problema: resulta que es un método muy usado y por lo tanto es bien conocido por las fuerzas de seguridad de los Estados Unidos. Y al ser un método sin ningún tipo de protección, pillar a Petraeus fue fácil. Google guarda un historial de direcciones IP que acceden a las cuentas de Gmail,
Ahora circula en la web múltiples
consideración sobre este mecanismo donde el máximo jefe de la CIA fue pillado
infraganti al tratar de borrar las huellas de mensajes secretos, dejando claro
que la inteligencia tecnológica y el
arsenal de medios de espionaje no tienen límites ni respetan la privacidad, no toma en cuenta las garantías ni los derechos ciudadanos, de tal manera, los
propios espías pueden ser espiados, como ocurrió en el caso Petraus.
En tal sentido, en la web Todo celular.com hay un artículo con el nombre “ Caso Petraeus: ¿debe alarmarnos el papel de Google en el escándalo?”, donde se plantea:
“ Los tentáculos de la CIA y del FBI ya han demostrado que
pueden llegar hasta nuestra propia bandeja de correo. Es más, el ecosistema
Google llega
hasta nuestro bolsillo, donde está nuestro smartphone. Eso, según hemos visto,
sin tener siquiera que enviar un correo.”
Frente a estos desafíos se están
recomendando viejas experiencias muy a menudo olvidadas por las modas
tecnocráticas:
1) Utilizar una herramienta de cifrado manual para ocultar los textos: escribimos, ciframos, enviamos, y el destinatario recibe, descifra y lee. Rudimentario, pero desde luego más efectivo que “esconder” un mensaje en los borradores.
2) Navegar detrás de capas de seguridad adicionales como una VPN,
utilizar servidores proxy para ocultar nuestra identidad o
cifrar todos los datos que salen y entran de nuestro ordenador .
Y nunca podremos decir que existe un método perfecto y completamente infalible para cifrar y enviar mensajes ocultos, pero como mínimo se lo podemos complicar un poco a los encargados de descubrir este tipo actividades.
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